Chimenez y la música

CDCblog: Chimenez y la música – Perro ladrador, guapo y cantautor

Por • Feb 9th, 2011 • Categoria: Chimenez y la músicaComments Off on CDCblog: Chimenez y la música – Perro ladrador, guapo y cantautor

micah_p_hinson
Suelo pensar que un cantante no debe estar sonriendo en el escenario, no es necesario salir guapo. Yo pienso que cuanta más fealdad le provoquen sus sentimientos al cantar, más hermoso es el resultado y más credibilidad le otorga. Así como dicen que el amor no existe y que vivimos en una infidelidad interrumpida por periodos de querencia y compromiso, puede pasar lo mismo con la felicidad y la tristeza, o eso creo. Porque la felicidad casi no permite una expresión artística, nos hace, más bien, alcanzar un permiso para regalar muestras humanas de afecto y arrebatos pasajeros de tranquilidad y cariño, pero poca capacidad para representarlas con arte. Cuando el amor y la felicidad se vuelven insufribles, dolorosos sentimientos que nos separan de la serenidad; todo explota y el talento emerge más feliz y con más amor que nunca.

Micah Paul Hinson, es un joven adulto, tiene 29 años, que ladra canciones y al que su sufrimiento le ha dado la posibilidad de llegar al conocimiento del alma con bastante precocidad.

Vivió como niño bien, como vagabundo, como delincuente y ahora vive como un aventajado músico, cansado de las drogas y de desperdiciar su tiempo.

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CDCblog: Chimenez y la música – mewithoutYou

Por • Nov 22nd, 2010 • Categoria: Chimenez y la músicaComments Off on CDCblog: Chimenez y la música – mewithoutYou

mewithoutYouUn hilo de agua resbala y desciende la única montaña por una fisura oculta: una amable vena surge donde todavía no existe el cauce de ningún río. La incisura se agranda, en realidad ha dudado si hacerlo o no, pero un poder superior origina un torrente de aguas vírgenes, tumultuosas y reflexivas.

Se está gestando mewithoutYou.

Ellos son la montaña, en un principio. Y después el río porque provocan una profunda erosión en la áspera montaña, el caudaloso flujo salpica todo ese inhóspito lugar, y allí florece y aparece un paraje bonancible. En seguida se llena de vigorosos animales, el viento sopla lozano y allá, la composición es bondadosa y pura. Una superficie aguerrida, es la tierra de Aaron Weiss y su banda. Cuando suena su arpa cubierto de escarcha, sale el Sol. Y en ese enclave su Dios les dio la palabra para que la religión del libro saliese de la encuadernación y consiguiese agitar a sus seguidores con danzas valientes y primitivas. El soberano les animó para que su tierra fuera fervorosa y musical. Les encomendó promulgar la providencia y la meditación, ellos decidieron hacerlo de un modo salvaje. Creando sus propias tormentas místicas de raíces metálicas, con tambores que suceden a guitarras. Relámpagos de cuerda que orientan su resplandor hacia la enrrabietada voz de Aaron.

mewithoutYou habita un territorio espiritual y fiero, y el ocaso lo acompañan con acordeón y trompeta. Estremeciendo las briznas de hierba recién crecida y calada por un fértil pero auto-dubitativo mantillo.



CDCblog: Chimenez y la música – España

Por • Sep 16th, 2010 • Categoria: Chimenez y la músicaComments Off on CDCblog: Chimenez y la música – España

La Bien Querida

La Bien Querida

Nos hacemos mayores, pero seguimos tomando el vermú y ennoblecemos a Gonzalo de Berceo.

Sin saber lo que era un vinilo, yo ya tenía dos, el primero, uno de los Pet Shop Boys (“Introspective” si mal no recuerdo) y el segundo era “Bad” de Michael Jackson. Los disfruté sobremanera. Batía las palmas al aire. Me gustaban sus ritmos y cómo sentía el suelo helado del salón de casa. Me desvanecía y los hilos que salían del tocadiscos me arrastraban y bamboleaban meteóricamente por mi escenario doméstico. Era una criaturilla que tejía unos bailes asimétricos y faltos de cadencia, pero que había descubierto un momento de recreo fuera del colegio. A esos dos discos se les fueron uniendo los discos de Leonard Cohen, Van Morrison o Roxette de mi padre. Empecé entonces a interesarme por la música, aunque no lo hice por la música de mi país. Una necedad. No honré a mi exquisito idioma castellano, ni a esas guitarras españolas de manufactura rumbera y extemporánea. Ahora lo siento como si hubiese preferido un plato de fish and chips antes que cualquier embutido pirenaico o queso de La Mancha. En el mapamundi musical ocupado por Stings, Talking Heads, Supertramps o Lou Reeds, eran pocos los islotes patrios que enseñaban su territorio. Un Sabina, un Lluis Llach, o un Serrat en cassette familiar se infiltraban exiguamente en mi torpe conocimiento musical.  Siendo ya un niñito que terminó de jugar a volar, escuché a Albert Pla. Un cantautor sobresaliente de facha pagana, aspecto anarquista y semblante libidinoso que arrulla unas resquebrajadas letras de moralidad mancillada. En un principio lo escuché en catalán gracias a un CD de mi tío; un idioma sugestivo y que es parte de mi familia. Un hablar descrito por alguien como “lengua hermosa que coquetea con el francés para desespañolizarse, que tiene música portuguesa, pero que cuando alcanza la mayor expresividad es puro italiano”. Puro latín y árabe y sobre todo un idioma bajo el yugo del castellano. Nada tan enmarañado y retorcido como las zarzas nacionalistas que atormentan a España hoy en día.

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CDCblog: Chimenez y la música “Grinderman”

Por • Jul 8th, 2010 • Categoria: Chimenez y la músicaComments Off on CDCblog: Chimenez y la música “Grinderman”

grindermanHonrada crueldad. Violaciones verbales. Ruido de inframundo. Licor insigne en un vaso de cristal enturbiado por rasguños. Una pasional irreverencia indomesticable.

Este grupo, este disco, Nick Cave, Warren Ellis… son una completa carestía de culpabilidad humana, una chocarrera perfidia acerada. Erotismo bellaco, sexo navajero. Un proverbial rock suntuoso y callejero.

Le presto mis vísceras a “No Pussy Blues” y Grinderman me devuelve una existencia alienada por la beldad de las bajezas mejor atildadas de un arte antes ignoto. Un arte de mezclas literarias y consonancia bulliciosa. Un arte tan común como la música, pero una convulsión, un pandemónium de arrojo e irritación sólo percibidos a través de placeres más morales, como el amor.

Sigo en un escaparate sin vidriera frente a Grinderman, y ante mi presencia deambula un punk drogadicto. Pero las drogas nunca han tomado el poder, han mellado espíritus, han revuelto almas, han vivificado cuerpos…pero lo han hecho bajo la orgullosa batuta de un talento golfante y desquiciado.

El estrépito de este rock cacharrero y sobresaliente, va acompañado de una garra que te araña la sesera y que te aporrea encarnizadamente las costillas.

Nick Cave aúlla con su privativa altanería unas letras impregnadas de indecencia y elegante desaire. Todo se viene abajo, es una demolición confusamente pensada.

La estridencia la siento como una perfecta afinación y, además, Nick Cave consigue que la vulgaridad sea algo hermoso y pretendido por mi.

Grinderman te empuja lirondo a un ruedo, delante, no de un toro, sino de  hienas sucias y burlonas. Este majestuoso ejercicio de palabrería granuja y de orgía instrumental es motivo de una desangrada escucha.

Chimenez.