Por Chímeni Lucas • Oct 24th, 2009 • Categoria: CDCreseñas • Comments Off on The Shins “Wincing The Night Away”
The Shins Wincing The Night Away
2007, Sub Pop
Por Chímeni Lucas
La autoflagelación musical es un castigo voluntario, que en numerosas ocasiones me he impuesto. Esta penitencia me llevaba a un estado anímico mortecino con el que conviví largo tiempo. Coexistía con un sentimiento de desgracia y miserabilidad. Eso me transmitían las canciones con mensajes taciturnos que escuchaba.
Un día, sin embargo, me llegó el último disco de The Shins, “Wincing the night away” 2007 – sub pop-. El disco me sacó de la cama, abrió las persianas de la habitación y sopló las nubes del cielo para que yo y todo lo que me rodeaba estuviésemos iluminados por el sol. Porque así es el disco, luminoso, y esa es la música que ellos hacen, powerpop resplandeciente. The Shins son tan capaces de batir todos los records de ventas del prestigioso sello sub pop como de cambiarme la vida. Es la droga perfecta para hacerte sentir bien siendo plenamente lúcido. “Wincing the night away” es un disco de 11 canciones impecables, todas ellas dignas de ser single y de tener video propio. Cada una es por sí sola perfecta. Todas te arrancan una sonrisa de 32 dientes. Escuchando este disco te sientes feliz, te dan ganas de hacer muchas cosas, de estar con los amigos, de viajar con la novia, de ser buena persona, de tener un perro. Es un disco lleno de bases rítmicas brillantes que unidas a la dulce y alegre voz de James Mercer conforma una declaración de tranquilidad y de bienestar.
Yo siempre he preferido los conciertos en salas pequeñas, esos de atmósfera saturada de intimidades y complicidad. Esos en salas dotadas de interacción entre artista y público, donde el sudor se huele y la música se paladea.
Y hay grupos como Two Gallants que es preferible verlos en esas condiciones que no sobre un pedregal a horas intempestivas y en un escenario acondicionado para un festival veraniego. Este dúo de San Francisco siempre se ha caracterizado por la intensidad de sus shows y por su sencilllez espartana donde menos es más. Pero venían a Madrid y no precisamente a una entrañable alcoba. Compré la entrada para el festival Summercase 2006 y sólo quedaba esperar.
Llegó la hora de mi bautizo Joyciano. Allí estaba yo en una calurosa tarde de julio en Madrid dispuesto a recibir mi bendición. Después de haber devorado sus dos primeros discos, “The Throes (2004, Alive Records)” y “What The Toll Tells (2006, Saddle Creek)”, diariamente durante varios meses, me encaminé hacia la carpa asignada para el concierto. Poca gente sentada en el suelo y ensayos todavía. Maravilloso. Apoyé mi culo y mi vaso de cerveza en el suelo y esperé. Miré el horario de conciertos y Rufus Wainwright estaba a punto de empezar. En la carpa donde estaba yo avisaron que había un poco de retraso. Me fui a ver al animado de Rufus. La carpa estaba llena y hacia más calor que en Libia. Salí como una exhalación de ese infierno y volví a donde estaba. Volví a escuchar a los chavales de San Francisco. Quería ver si Tyson Vogel (batería y voces) rompía su batería a base de baquetazos y también quería comprobar si a Adam Stephens (guitarra, armónica y voces) se le dislocaba la rodilla al seguir el ritmo de sus canciones. Quería disfrutar de esas canciones de más de seis minutos donde la guitarra y la batería crean un ambiente arcaico y veterano. Quería escuchar esas letras que tienen tanto de poético como su nombre (Two Gallants es el nombre de una historia de la obra “Dubliners” de James Joyce). Alucinar con la técnica infalible de este dúo que se curtió en conciertos de guerrilla para llegar a ser únicos en su especie . Son considerados punta de lanza de la revitalización del country con prospección de futuro.
Es música de tintes country-blues bajo una construcción ruidosa, eléctrica y dura. Con temas urbanos, temas personales, historias del lejano oeste o de racismo. Ellos son acústicos y románticos, agresivos y serios, eléctricos y tranquilos.
Empezó el concierto y los cuatro gatos que estábamos allí empezamos a incorporarnos inevitablemente ante la fuerza (física, instrumental y vocal) de los galanes. Vogel aporreaba su batería con virulencia y como era de esperar en un par de ocasiones saltaron piezas. Adam, en cambio, me cautivó aun mas con esa trémula voz rasgada que utilizaba a su antojo, susurrando en canciones como “Crow Jane” (la murder ballad que también versionó Nick Cave) y rugiendo al compás de batería y guitarra en “Las Cruces Jail”.
Las canciones del primer disco sonaban más grunge, en cambio el segundo disco tenía más equipamiento. Era mas completo. Me pareció impresionante la destreza de Stephens con la armónica, especialmente tocándola al unísono con su bella Gibson como en el folk tradicional.
Al tocar la última canción “Long Summer Day” la voz de Adam sonaba más desgarradora y junto con los coros de Vogel ponía los pelos como escarpias. El aforo, llegados a ese punto, había crecido un poco y mi capricho por este imperdible grupo se convirtió en un gusto más que fundado.
Los Two Gallants sacaron el disco “Two Gallants” (Saddle Creek) y el EP “The Scenery Of Farewell” (Saddle Creek), en 2007 y desde entonces se han dedicado a girar por medio mundo, mucho por Europa y más por Estados Unidos. Han hecho colaboraciones también con músicos amigos, haciendo gala de su brutal directo.
Espero que les deis una oportunidad a este par de fieras y que acabéis como yo, expectantes por su nuevo trabajo… que seguro llegará pronto.