Xoel López por Andrés Wolf
Xoel López
“Hombre de ninguna parte”
2010
Historia de una canción: La primera vez que escuché la canción “Hombre de ninguna parte” aún no tenía título pero en ella germinaba todo el espíritu que hoy la abriga. Ocurrió en un estrecho bar bogotano el jueves 7 de mayo de 2009, Xoel López estaba recién desembarcado de Nueva York y le hacía frente al frío y a la altura tocando para unas cuántas personas que esperaban por él. Cuando la cantó sentí una familiaridad inmediata con la letra y con la música. ¿Por qué? El ritmo latinoamericano estaba presente como el Atlántico mismo, también la nostalgia que nos habita, la luna, los tambores, el barrio, los Beatles y la luz. Una postal sonora que contenía impreso parte de mi código genético (por no exagerar más). La noche siguiente volvió a cantarla no sin antes intentar explicar su origen: “Ya sé que os da igual, pero para mí es importante deciros que esta canción la hice hace un mes y la pobre no sabe ni de dónde es. Nació en Buenos Aires, se crió en Nueva York y ahora está de vacaciones en Bogotá. Lo que no sabe, igual que yo no sé, es dónde vamos a estar el año que viene”. La repitió una vez más al día siguiente volviendo a introducirle apartados del “Nowhere man” beatlero y trasponiendo la palabra “Colombia” en lugar de “nostalgia”, una paradoja extraña en la que hasta ahora reparo.
Suba el volumen, presione play y contágiese de la felicidad que le extiende “Hombre de ninguna parte”.
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También puede descargarla haciendo click acá para que la escuche en donde quiera y cuando quiera, o para que haga sonreír a alguien regalándosela. La canción es gratuita y pública gracias a Xoel López, Juan de Dios y La Caravana Americana.
La versión grabada del concierto del día 8 en el teatro Astor Plaza me mantuvo cerca de ella, escuchándola y tarareándola cada tanto. Un año después, ya con la idea de La Caravana Americana en desarrollo, Xoel me hizo llegar una versión demo de “Hombre de ninguna parte” para que funcionara como promoción de los conciertos en Bogotá. La canción ya tenía nombre propio y había prescindido del artículo determinante. El ritmo brasileño de la guitarra acústica se acentuaba con un shaker y una exquisita guitarra eléctrica aparecía como una sombra o la nostalgia que hace mención en la canción; las voces la impregnaban de ánimo libertario y hippie a la vez que una percusión minúscula terminaba de darle la redondez perfecta a una pieza -ya clásica- de Xoel López.
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