CDCblog: Los 15 discos favoritos de 2012 de Umberto Pérez

Por • Jan 19th, 2013 • Categoria: CDCblog, CDCstaff

Con medio mes transitado de 2013 y noticias de regresos insospechados -sí, Bowie, obvio-, sencillos promocionales y anuncios musicales ansiosos, por montones y para todos los gustos; como es habitual desde hace dos años aprovecho este espacio en Cortesía de la Casa para compartir con los lectores los 15 discos editados en 2012 que más me gustaron y emocionaron. Por supuesto que se trata de una lista muy personal en la que, fiel a mi afición por la canción, los cantautores o cancionistas -o como cada quien prefiera llamarlos- se llevan el protagonismo; en ese sentido, la siguiente lista no pretende recomendar lo mejor del año, ni parecido, tampoco prescribir algún tipo de solución sonora para el mal de escucha, como bien lo menciona el gran Juan Puchades en su más reciente columna. Dicho lo dicho, acá están los discos que más disfruté en 2012.

1. Leonard Cohen – Old ideas: Pregunta malvada: ¿Cuánto le debemos los amantes de la obra de Leonard Cohen a su exagente y posterior estafadora Kelley Lynch? Que sea el lector quien responda. Pasaron ocho larguísimos años en los que el silencio se mezcló con el homenaje constante para que el cantautor canadiense volviera a editar un (inesperado) álbum de estudio. Después de una gira mundial de dos años, inspiradora y colmada de devotos, y la edición de tres discos en directo; Cohen, quizás a manera de agradecimiento, quizás también para terminar de reforzar sus arcas, presentó un álbum tan hondo como todos los editados hasta entonces. Su voz cavernaria y casi extinta, se apoya y se hace fuerte y presente gracias a una instrumentación crepuscular para hacer de esas diez ideas viejas un nuevo tramo en el camino hacia la verdad, dolorosa y sublime pero necesaria. Inefable como siempre Leonardo.

2. Xoel López – Atlántico: La inmensidad del océano que da título al primer disco de Xoel López firmado con su propio nombre está abarcada en las doce canciones que componen el álbum. Como resultado del autoexilio artístico que le representó escapar del estrellato, encontrar su hogar en Buenos Aires, recorrer el continente americano y atravesar el charco muchísimas veces, Atlántico canaliza toda la experiencia y la riqueza adquiridas por Xoel en cada país, en cada estación, en cada parada; y se siente y se disfruta. No se trata de un disco español, tampoco de uno americano; el epicentro de Atlántico y a su vez el quid del disco es la importancia que adquiere la percusión en las canciones del coruñés, llevándolas a un puerto desconocido, nuevo si se quiere, construido por la inquietud sonora efervescente de un músico genial que, sin duda, descree de las fronteras y alejado de los discursos y las declaraciones de prensa, lo demuestra canción tras canción. http://www.xoel.com/

3. Bob Dylan – Tempest: La obra de Dylan atraviesa  y condensa todas las fuerzas vitales y poderosas de los últimos 60 años, a su vez, dichas fuerzas lo atraviesan y lo condensan a él. Pocas cosas han escapado a sus canciones mientras que él se dio a la fuga desde chico para entregarse a ella, a la canción. A diferencia de otros mitos rodantes de la música popular, Dylan no celebró sus 50 años de carrera con un compilado triple y dos canciones nuevas obvias, no. Dylan sacó un as (otro) bajo su manga: “Tempest” su álbum número 35 en estudio que reúne 10 canciones que manifiestan el pasado, el presente y el futuro vistos por un hombre de 71 años que rockea mientras camina por carreteras y calles polvorientas en canciones largas, oscuras y socarronas; simpatizando con los marginados, que no desvalidos; revisitando su tradición particular, que lo incluye, para no perder ese impulso juglar que lo ha convertido en una voz necesaria, que espina y que encanta.

4. Rubin y los Subtitulados – Más: Para sorpresa de todos el rock hecho en Argentina no está muerto, más allá de unos referentes que parecieran no tener relevo y de un estancamiento que se regodea en el sonido que llaman “rolinga” y el indie desabrido (este último, fenómeno continental), y sólo con excepción de ese interesante fenómeno conocido como cancionismo; desde 2004 una banda porteña viene construyendo una obra tan sólida como deliciosa. Liderados por Sebastián Rubin, los Subtitulados invitan a volver a creer en el pop gracias a melodías encantadoras en canciones concretas que quedan impresas en la memoria y en la garganta. En “Más”, su quinto trabajo discográfico grabado en vivo en los estudios ION, cada canción es abordada con elegancia y altura desafiando a la intelligentsia del indie con buenas maneras y electricidad pura. Todo un atrevimiento en los tiempos que corren. rubinylossubtitulados.bandcamp.com

5. Carlos Madrid – Oh, Beatrice (El álbum de fotos de la nieve): Ya no se hacen discos como el segundo álbum del joven murciano. Ya no se apuesta por discos conceptuales de 17 canciones que cuentan la historia de un amor que creció y se convirtió en un dolor más profundo que la felicidad que le anticipaba. Ya no se cree en discos con hilos conductores tan definidos y tan bien construidos. Ya no se construyen discos con canciones divididas en partes que sumadas definen una idea que sobrevuela todo el álbum. Ya no se escuchan discos como “Oh, Beatrice (El álbum de fotos de la nieve)” y a pesar de todo Carlos Madrid ha hecho un álbum casi imposible de creerse. Los últimos románticos siguen peleando a la contra. carlosmadrid.bandcamp.com

6. Fiona Apple – The idler wheel…: Fiona Apple abandonó el ostracismo musical (con excepción de contadísimas colaboraciones) desde la cumbre que conquistó a sus 18 años. Luego de que Charley Drayton, genio del ritmo, anunciara en 2010 que estaría al frente de la producción del nuevo trabajo de Apple la imaginación de todos echó a andar. Siete años después  de “Extraordinary machine” y dos de la unión extraña entre productor y cantautora, el fruto se concretó en un álbum tan inmenso como su título pero que a su vez contrasta con el mismo. En “The idler wheel is wiser than the driver of the screw and whipping cords will serve you more than ropes will ever do” Apple y Drayton reducen las canciones a un formato mínimo en el que, la mayor de la veces, el piano y la voz se acompañan de diferentes instrumentos interpretados por él, quien explora el ritmo de cada uno de ellos, mientras ella redescubre y juega con su voz que exhibe sin pudor y con belleza la profundidad caótica del daño ocasionado por el amor.

7. Javier Barría – Llorar en la calle: Los últimos años han revelado a Chile como una tierra fértil para la canción pop. Y aunque los principales nombres se enmarcan, bien en la canción con raíces en la tradición nacional o bien en un electro pop tontarrón y aburrido, Javier Barría ha sabido mantenerse al margen en beneficio de las buenas canciones. A diferencia de sus discos más recientes, su décimo trabajo sorprende gratamente por la presencia de guitarras eléctricas, instrumentaciones y atmósferas orgánicas relegadas hasta ahora en beneficio de los sonidos programados. “Llorar en la calle” mantiene el interés de Barría por retratar con precisión de cirujano todos los aspectos de las relaciones mediadas por el amor, el deseo y la urbe, su buen gusto reflejado en esa sonoridad etérea e incandescente, tan propia, sostenida por su voz, y ratifica, una vez más, que a pesar de los tiempos difíciles el rock chileno se mantiene vivo y vigente. javierbarria.bandcamp.com

8. Paul Weller – Sonik kicks: A todos los elogiosos adjetivos que pueden describir a Paul Weller hay que sumarle uno bastante obvio: incansable. Desde que iniciara su carrera discográfica con The Jam en 1977, el Modfather no ha parado de editar discos en estudio, y en directo, todos de altísima factura. “Sonik kicks”, el álbum número once de su carrera en solitario sorprende por sus coqueteos insospechados con sonoridades electrónicas y elementos propios del krautrock. Pero nada que provenga de Paul Weller debería resultar extraño, porque aunque el de Surrey tenga impreso en su código genético el rock y el soul, y desde ahí construya con precisión y elegancia el grueso de su obra, también es cierto que le huye a la repetición y a la comodidad de saberse un grande. Weller ha vuelto a hacerlo, fiel a su estilo ha hecho otro gran disco de pop. Muy pocos pueden darse el lujo de crear canciones y discos así, como si fuera tan fácil, como si fuera un dios. ¿Acaso no lo es?

9. Cat Power – Sun: Seis años pasaron para que la encantadora Chan Marshall volviera a presentar un álbum entero con canciones propias. Lejos están los días en que sedujera a la crítica y al público con la combinación desoladora y profunda de su voz y el piano de “The greatest”. Después de un nuevo disco de versiones, un silencio intermitente, diferentes problemas de salud y un sencillo benéfico cuyo video lo protagoniza el fascinante pugilista Manny Pacquiao -“King rides by”- , Cat Power presentó “Sun”, un trabajo que hace honor a su nombre, iluminado que no festivo, que sorprende por la distancia que marca con las sonoridades tradicionales o de raíces que tan bien sabía condensar acompañada de su otrora banda soporte, los Dirty Delta Blues, para dedicarse a sonidos contemporáneos, sintetizados, que remiten un poco a “Moon pix”, su disco editado en 1998, aunque esta vez sea ella quien asuma (casi) todas las riendas de un álbum que permite encontrarla en estado de gracia, en la medida de lo posible.

10. Pala – El origen de las especias: En 2004 el cancionista antioqueño Pala grabó su segundo disco y lo bautizó “Colombianito”. Ocho años después el espíritu de ‘Colombianito’ envuelve “El origen de las especias”, álbum doble, su sexto disco, que recoge la cosecha más reciente del cancionero de Pala y la junta con una nueva interpretación de algunas de sus canciones propias más queridas. Una apuesta hacia adelante mirando atrás, vistiendo a sus nuevas y viejas canciones con las músicas que escuchaba en su niñez: bambucos, guabinas y torbellinos; sí, música andina colombiana interpretada desde una óptica contemporánea, guardando el respeto por las formas pero atreviéndose a sazonarla con instrumentos lejanos como el banjo y la mandolina para encontrar a un cantautor en el mejor momento de su carrera, reconociendo todas las fuentes que lo han nutrido, bebiendo de ellas y poniéndose al servicio de la canción.

11. Chris Robinson Brotherhood – Big moon ritual: ¿Puede ser pop un álbum cuya canción de apertura supera los 11 minutos de duración? La respuesta es afirmativa, sobre todo si se tiene en cuenta que detrás de ‘Tulsa yesterday’, la canción en cuestión, se encuentran Chris Robinson y su hermandad, estelarizada, entre otros, por el gran Neal Casal de los Cardinals de Ryan Adams y, por supuesto, la voz cantante de los gloriosos Black Crowes. “Big moon ritual” contiene la medida justa y combinada de rock, blues, country, boggie y psicodelia para disfrutar cada minuto de escucha de un disco que apuesta por lo seguro pero con altura: tanto Robinson como Casal son artesanos oficiosos de la tradición musical norteamericana; y sin embargo, también arriesga al adentrarse en los campos de la improvisación -toda una curiosidad en cualquier banda de rock de hoy, ya que resulta poco efectivo y redituable para las radios y la industria- y transitarlos con un lujo y una belleza que humillan.

12. Lisandro Aristimuño – Mundo anfibio: Luego de la admiración que supuso el disco doble “Las crónicas del viento” que revelaba a Aristimuño como un cancionista de peso y que encontraba su lugar propio dentro del panorama musical argentino en el nuevo siglo; “Mundo anfibio”, su álbum número cinco, lo halla en estado pleno, en el mejor momento de su carrera, presentando su disco más argentino y rockero hasta el momento. Sin dejar de lado esas evocaciones personales y preciosistas de sus discos anteriores, Aristimuño pone foco en el ser humano y en el siglo XXI para contrastarlo con el mundo natural, para cuestionarlo y ponerlo contra las cuerdas a partir de la belleza. Aunque suene raro, se agradece que sea su álbum menos luminoso y más descarnado, acorde con los días que pasan, en los que sin dejar de intentar buscar la ruta del optimismo y de regreso a lo primal, los pies deben mantenerse en la tierra.

13. Mugre – El niño y la ciencia: Mugre, el dueto conformado por los hermanos Carlos y Germán Bonil, editaron en 2012 un disco esperadísimo por los aficionados a la música experimental y al lo-fi bogotano. En 2007 sorprendieron gratamente con un primer disco titulado “Necrópolis” y desde entonces, y a su manera, comenzaron a dar forma a “El niño y la ciencia”, un trabajo editado -no podía ser de otra forma- por ese admirable sello discográfico que es Festina Lente, en el que desafían las fronteras del ruido y la canción  para asentarse en un territorio, desconocido quizás, donde todo es válido en asuntos sonoros; así, melodías pop fabricadas con teclados de juguete, un bajo, una guitarra acústica y una bandola, entre otros, se diluyen entre capas de caos acompañadas en muchas ocasiones de voces lúgubres, creando una unidad densa y a su vez entrañable en lo sonoro y fantástica  en lo narrativo, que se complementa con un arte gráfico alucinante.

14. Aimee Mann – Charmer: Es innegable que la obra de la cantautora norteamericana es encantadora, repleta de melodías de las que adolece el pop contemporáneo. Pero su álbum más reciente no se titula ‘encantador’ en alusión a sus canciones, no; Mann vuelve a urdir una serie de historias, personajes y situaciones para desvelar con su habitual mordacidad todo lo que puede haber detrás de la amabilidad y otras maneras que tienen los seres humanos para conectar entre sí. Apoyada en su bajista, Paul Bryan, en la producción, Mann apuesta por los sonidos sintetizados de los años ochenta para dar forma a un disco menos optimista que sus placas anteriores aunque irradie pop adulto-contemporáneo, que tan bien le queda, y sin temor a reconocer que viaja en la misma nave de Elvis Costello, Tom Petty, Gary Louris, Jeff Lynne, Ron Sexsmith o Chrissie Hynde. Pop melódico, puro, del que habita la cabeza y el corazón.

15. Natalia Lafourcade – Mujer divina: La joven cantautora mexicana ha conseguido uno de los aciertos musicales más satisfactorios del año: traer de vuelta una parte significativa del inmenso cancionero del gran Agustín Lara. Para ello se ha puesto el traje de intérprete que tan bien le hace y ha convocado a colegas para que la acompañen en el canto. Por “Mujer divina (Homenaje a Agustín Lara)” desfilan nombres célebres como Miguel Bosé y Gilberto Gil, algunos rimbombantes como Devendra Banhart y Adanowsky y otros menos conocidos pero igual de emocionantes como Álex Ferreira y Rodrigo Amarante, entre otros. En este homenaje, Lafourcade consigue una mezcla atractiva entre la sonoridad naif propia de sus canciones con instrumentaciones pequeñas y las fulminantes canciones del Flaco de Oro, a tal punto que consigue, de la mano de la obra de Lara, reivindicar el amor y el romance. Semejante gesto sólo merece ser celebrado.

Bonus track. Intro – Fernando Cabrera: La canción rioplatense del siglo XXI, ese fenómeno que ha derribado fronteras territoriales, musicales y generacionales para dar con una identidad propia que supera cualquier género musical, tiene en el uruguayo Fernando Cabrera a una de sus máximas inspiraciones. Heredero de la tradición poética y musical de Zitarrosa, Piazzolla y Spinetta, Cabrera ha forjado un estilo y un universo  personalísimo que lo ubica en el mismo lugar de sus influencias. Dos años después de editar el álbum “Canciones propias” en el que homenajeaba a grandes de la canción uruguaya, y fiel a su estilo inquieto, presentó Intro, su primer poemario que se acompaña de un DVD con 15 de sus mejores canciones y un homenaje al ‘Flaco’ Spinetta; un artilugio perfecto para conocer y reconocer la obra de un grande y ser partícipes de ese universo particular en el que se va de un poema a una canción como se va de la cama al living, o algo parecido.

es Umberto Pérez
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2 Respuestas »

  1. Compa! Feliz año! Comparto con sumercé el de Cohen, el de Dylan y, en particular, el de Fionita Apple. También el de Lafourcade, que, habría que añadir, tiene una “Fugitiva” con Lila Downs, que es verdaderamente encantadora. Me atrevo a añadir a su lista, el nuevo de las 1280 Almas, no tanto por que deba ser considerado una obra maestra, sino porque demuestra que hay cosas que siguen marchando. Faltaría tal vez hacer un listado de las perversiones musicales del 2012, en el que no faltaría el Gangnam Style… Abrazo y que la buena música nunca falte!

  2. No puedo agradecerle suficientemente su generosidad, Señor. ¡Le abrazo!