CDCblog: Mis 15 discos favoritos de 2014 – Por Umberto Pérez

Por • Jan 8th, 2015 • Categoria: CDCstaff

Como es habitual, inicia un nuevo año y yo lo recibo acá, en Cortesía de la Casa, recordando los discos que marcaron mi año que recién terminó. Es única, personal e intransferible, y refleja mi emoción por el género canción. Al final sumé tres bonus a la lista, se trata reediciones y compilados tan emocionantes como los álbumes mismos que les anteceden.

1. Tom Petty and the Heartbreakers – Hypnotic Eye: Seré honesto aunque me pueda condenar por ello: soy incondicional con la obra de algunos artistas, y Tom Petty es uno de ellos. Dicho lo anterior, y sin temor a ruborizarme, considero que, una vez más, Petty y los Rompecorazones han facturado un álbum de muchísima altura y elegancia, como es habitual en ellos. En él se conjugan melodías pop, ritmos contundentes y canciones que reflejan los sentimientos y pensamientos de un hombre que conoce todas las trampas, las excepciones y las verdades del rock and roll y, por ello mismo, encarna su espíritu. (No sobra recomendar, y mucho, el álbum “You should be so lucky” el primer trabajo en solitario de Benmont Tench, tecladista de los Heartbreakers).

2. The War on Drugs – Lost In the Dream: Quien lo escucha por primera vez sabe que está frente a un álbum clásico, con todas sus letras. La exploración sonora de Adam Granduciel en sus trabajos previos al frente de TWOD, acompañado en un tramo del camino por el gran Kurt Vile, le ha llevado a crear un disco de canciones pop en las que se permite la experimentación sónica extendiéndolas y creando atmósferas hipnóticas sobre las que levanta melodías contundentes que dan en la diana del corazón. Resulta emocionante esa evocación instantánea a los momentos más íntimos del Dylan de los 80’s, de Petty o de Springsteen, pero emociona aún más esa certeza, instantánea también, de un presente radiante y poderoso en las manos de Granduciel.

3. Leonard Cohen – Popular Problems: La edición de un nuevo álbum del viejo y querido anacoreta canadiense no debería sorprender a nadie, pero lo hace. Justo para los días en que cumplió 80 años decidió lanzar un disco con nueve canciones nuevas; en ellas continúa exponiendo su fascinación por lo sagrado y lo profano que habita en el ser humano, incluyendo el deseo, la compasión y la vida en comunidad; demostrando, de paso, que su obsesión sigue siendo la canción y que está en forma, listo para volver a la carretera. Como si fuera poco, un par de meses más tarde Cohen editó el álbum triple “Live in Dublin”, grabado en septiembre de 2013 que da cuenta de un repertorio eterno y una banda capaz de quebrar hasta el más duro de los corazones.

4. Las Áñez – Silbidos: Las hermanas Juanita y Valentina Áñez han conseguido con “Silbidos”, su álbum de debut, lo que cualquier artista desearía con el suyo: dar con un sello propio, genuino y deslumbrante. Algo menos de 40 minutos son suficientes para comprobar que este dueto bogotano fluye con naturalidad por las diferentes vertientes de la canción popular latinoamericana, y que está impregnada en su piel y en sus voces. Las doce canciones que comprende el disco dan cuenta de una exploración cuidadosa y amorosa, y en cada una de ellas está impresa la riqueza musical del continente pero sin hacer concesión alguna; lo suyo es experimentación pop, genialidad y encanto, constante y presente en las armonías vocales para rendir un homenaje sencillo y precioso a un territorio ancestral y a sus habitantes. Además, Valentina y Juanita integran el grupo de jazz bogotano Bituin, que en 2014 editaron su segundo disco “Entre tu pueblo y mi pueblo”, también muy recomendable.

5. Nacho Vegas – Resituación: En la canción de protesta ‘Dos bandos’ que aparece en el EP “Cómo hacer crack”, editado en 2011, el imprescindible cantautor asturiano confiesa: “… esta es mi única canción de amor”. Tres años más tarde se despacha con un álbum entero de canción protesta correspondiendo al tiempo y al momento que atraviesa su ciudad, su país, su continente y, en definitiva, el mundo entero; pero sobre todo, convirtiéndose en la voz amplificada de millones de damnificados, desempleados, desahuciados y violentados, sin caer en el panfleto y la demagogia. Por el contrario, Nacho Vegas, con la mordacidad y la sonoridad eléctrica y folk que lo caracterizan, vuelve a crear personajes precisos para recrear situaciones generales sin ocultar nada, dejando en evidencia a los culpables y a los caídos. Un disco de rock, de amor y liberación.

6. Roberto Camargo – Remedios de mis amores: Después de cuatro discos editados, dos de estudio y dos en vivo, en los que abordó la canción de autor tradicional, el pop y la comedia, Roberto Camargo, decidió hacer un álbum entero de música caribeña, dedicado a Remedios Barros, su madre, fallecida a finales de 2012. Se trata de un disco de vallenatos y cumbias, de sonoridades festivas tratadas con la perspectiva cuidadosa de un cancionista urbano, pero también de letras hondas -algunas en wayúu-, que resumen la travesía que va desde el duelo hasta la serenidad y la celebración de la vida. Tomando distancia del humor con el que ha cosechado tantos reconocimientos, el cancionista colombiano ha hecho su mejor disco hasta la fecha.

7. Ryan Adams – Ryan Adams: Se echaba de menos el lado eléctrico de Ryan Adams desde su regreso a los estudios en 2011, cuando grabara ese hermoso disco casi unplugged bautizado “Ashes & fire”; pero su álbum homónimo, el número 14 de su obra, ha saldado la deuda. Acompañado por músicos de la talla de Benmont Tench (Tom Petty) y Jeremy Stacey (Noel Gallagher), Adams vuelve a destilar rock genuino, de su propia casa, ese que le convirtiera en un grande del country alternativo a principios de siglo. No contento con esta grabación, el de Jacksonville también editó en 2014 un disco de punk, muy a su estilo, titulado “1984”, reafirmando su amor absoluto por la electricidad y el volumen alto.

8. Tomi Lebrero – Fraude: El género canción, libre de cualquier etiqueta, encuentra en el Río de la Plata una de su vetas más ricas; y en ella, el cancionista argentino Tomi Lebrero y El Puchero Misterioso, su grupo, son algunos de quienes mejor encarnan ese espíritu de libertad en la década que corre. En el cuarto álbum de su obra, Tomi le otorga mayor protagonismo a su capacidad histriónica como cantante e intérprete vocal -incluyendo momentos de spoken word-, para recrear atmósferas sonoras y ambientes, tan cotidianos como absurdos, casi tangibles en donde la solemnidad se confunde con el desparpajo. El bonus track, titulado “Pibe Mesías” describe con maestría y precisión el mundo brutal del entretenimiento y sus celebridades.

 

9. Lichis – Modo avión: Miguel Ángel Hernado es Lichis -uno de los mejores escritores de canciones que ha dado España en los últimos quince años-, quien lideró a La Cabra Mecánica hasta hace cuatro años, cuando decidió poner fin a su exitosa etapa como frontman, disolviendo a la popular banda. Con las pilas recargadas, Lichis volvió a escribir pensando en un álbum nuevo pero que sólo llevara su nombre como único responsable del asunto. El resultado de este trabajo es una estupenda colección de 10 canciones contenidas en apenas 34 minutos de rock de autor que recuerdan, quizás sin pretenderlo, a nombres de gran calado como Ariel Rot o Quique González. La canción que abre el álbum se titula, irónicamente, ‘Casi rock and roll’, pero no, es rock and roll del bueno, del que escasea.

10. Martín Buscaglia – Somos libres: El título del primer álbum grabado en vivo de Martín Buscaglia también resume su estado permanente; pero a diferencia de sus discos anteriores, acá Buscaglia se autoimpone una limitante: no sacar de su chistera todos los juguetes con que encanta y maravilla en sus habituales directos, despojar a sus canciones de cualquier artilugio eléctrico y dejarlas en la desnudez absoluta que encuentran cuando él las canta y las toca con su guitarra, solo. Así, quienes asistieron a los conciertos que dieron fruto a este trabajo, grabados en Café Vinilo, Buenos Aires, y quienes escuchan el disco pueden hallar los diversos orígenes sonoros de las canciones del cancionista uruguayo quien, de paso, consigue algo que quizás no pretendió en el momento de su gestación: que sus temas luzcan aún más sencillos, más tarareables, más libres.

11. Beck – Morning Phase: Los cuarenta años sorprendieron a Beck activo e inquieto pero sin mayores intenciones de grabar un disco largo. Lo que hizo después de
“Modern guilt”, editado en 2008, fue invitar a amigos y colegas para regrabar algunos de sus discos favoritos, editar un libro de música con las partituras de 20 canciones aún no grabadas, lanzar varios sencillos, recuperarse de una complicada lesión en la columna vertebral y trabajar lentamente en la idea de un nuevo disco acústico. Entonces, a sus 43 años, Beck editó “Morning phase” su álbum más adulto, si se quiere, que evoca la tristeza profunda de ese maravilloso “Sea change” sólo para transformarla en una melancolía, fruto de la reflexión de un hombre que aprende de sus errores y sus penas. Para ello volvió a visitar los territorios del country y el folk y, desde allí, construir un disco acústico, apacible, etéreo e inmarcesible.

12. Manuel Onís: Tobogán al anonimato: El segundo álbum del cancionista argentino Manuel Onís, exlíder de El Horreo y exbajista de La Chiclana, sintetiza de manera virtuosa una de las características de la canción popular del siglo XXI: todas las músicas están al servicio de la canción. Así lo demuestra en los once temas que integran un disco lleno de sonoridades rioplatenses, brasileñas, anglosajonas (y hasta música infantil), en comunión precisa con las letras desfachatadas de un autor inquieto, de un estilo muy personal, capaz de otorgarle ductilidad a canciones que pueden parecer livianas o, tal vez, densas pero que siempre quedan orbitando en el inconsciente de quien las escucha.

13. Hoppo! – El inmortal: Un álbum ritual, rebosante de sicodelia, folclor y rock al servicio de la canción popular latinoamericana del siglo XXI, así es el tercer disco de Hoppo!, ese grupo multinacional integrado por los mexicanos Rubén Albarrán -sin duda alguna, una de las voces más queridas e inconfundibles de nuestro tiempo-, Carlos Icaza en la batería, y los chilenos Rodrigo Aros en el sitar y las flautas, Juan Pablo Villanueva en la guitarra y Giancarlo Valdebenito en el bajo. ‘Wakantanka’, canción con la que abre este disco, invita al trance y sumergirse, a quien escucha, en un viaje por paisajes sonoros luminosos y amplios de los que se regresa con la sensación de ser mejores personas.

14. Prince – Plectrumelectrum: Prince es un artista exuberante, un creador incansable. Más allá de ese personaje reservado, misterioso y caprichoso que él mismo ha construido sobre su persona, quizás sin pretenderlo, se encuentra ese músico hiperproductivo que cada vez que graba y edita un disco, o un sencillo, obliga a que toda la atención se centre en él, en el artista y su nueva obra. Es el caso de “Plectrumelectrum”, un disco guitarrero de pop contundente y sexy; pero esta vez, y contrario a su propia costumbre de grabar casi todos los instrumentos, Prince ha trabajado en compañía de 3rdeyegirl, un poderoso trío femenino de rock que vuela a la misma altura del genio Minneapolis. Esa exuberancia hiperproductiva también se refleja en “Art official age” otro nuevo y recomendable disco Prince, editado al mismo tiempo que “Plectrumelectrum” pero sin las 3rdeyegirl, con el foco sonoro puesto en el soul y el R&B.

15. Simone Felice – Strangers: En el segundo disco en solitario de Simone Felice, exlíder de las bandas The Felice Brothers y The Duke and the King -y celebrado poeta y novelista-, la luz se filtra y permite apreciar mejor las historias y personajes que tan bien viene construyendo desde que formara parte de su banda familiar. Historias de hombres condenados, trágicos y sombríos se entremezclan, en este disco, con visiones optimistas y esperanzadoras, fruto -quizás- del nacimiento de su hija y la superación de una cirugía a corazón abierto; a su vez que la música de raíces norteamericanas levanta polvo y las dota de tal intensidad que duele y remedia.

+ Elia y Elizabeth – La onda de Elia y Elizabeth: La canción que abre este disco compilado de la obra de las hermanas colombianas Elia y Elizabeth Fleta, editado por el sello español Vampisoul y curado por el mexicano Carlos Icaza, se titula ‘Alegría’ y es, justamente, la sensación queda al saber que la hermosa música grabada tiempo atrás aún importa a algunos curiosos que no se contentan con el ripio que arrojan las, otrora, grandes disqueras. Entre 1971 y 1973 Elia y Elizabeth grabaron un sencillo en España y dos LP en Colombia, estos últimos producidos por el gran músico Jimmy Salcedo, discos de arreglos brillantes y canciones exultantes de pop luminoso. Aplausos para Vampisoul por rescatar semejante maravilla.

+ Bob Dylan & The Band – The basement tapes complete: Las grabaciones completas del sótano de ‘Big Pink’, en Woodstock, en el que se encerraron Dylan, Robbie Robertson, Levon Helm, Rick Danko, Richard Manuel y Garth Hudson en 1967 después de que el primero se accidentara en una moto y que dio origen a The Band y a la faceta más hogareña y country de Dylan. El que fuera uno de los ‘bootlegs’ más codiciados y manipulados, por fin es una realidad oficial de 139 canciones contenidas en seis discos compactos. El tesoro al final de arcoíris. (Algo más, durante la época posterior al accidente, Dylan escribió letras a las que nunca puso música, de ello se ha encargado, además de grabarlas, The New Basement Tapes, el súper grupo integrado por Elvis Costello, Jim James Marcus Mumford, Taylor Goldsmith, Rhiannon Giddens y T. Bone Burnett, recomendadísimo, también).

+ The Art of McCartney: Un increíble reconocimiento a Macca por parte de grandes de la música pop, a saber: Bob Dylan, Brian Wilson, Willie Nelson, B.B. King, Smokey Robinson, Billie Joel, Yusuf (Cat Stevens), Roger Daltrey, The Cure, Kiss, Darlene Love, Alice Cooper, Ronnie Spector, Wanda Jackson, Jeff Lynne, Chrissie Hynde, Perry Farrel, Heart, Dr. John, Sammy Hagar e Ian McCulloch, entre otros. Todos cantando canciones de los Beatles, Wings o McCartney en solitario, poniendo lo suyo rindiéndole un homenaje de amor a un grande.

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