CDCblog: Chimenez y la música – España

Por • Sep 16th, 2010 • Categoria: Chimenez y la música

La Bien Querida

La Bien Querida

Nos hacemos mayores, pero seguimos tomando el vermú y ennoblecemos a Gonzalo de Berceo.

Sin saber lo que era un vinilo, yo ya tenía dos, el primero, uno de los Pet Shop Boys (“Introspective” si mal no recuerdo) y el segundo era “Bad” de Michael Jackson. Los disfruté sobremanera. Batía las palmas al aire. Me gustaban sus ritmos y cómo sentía el suelo helado del salón de casa. Me desvanecía y los hilos que salían del tocadiscos me arrastraban y bamboleaban meteóricamente por mi escenario doméstico. Era una criaturilla que tejía unos bailes asimétricos y faltos de cadencia, pero que había descubierto un momento de recreo fuera del colegio. A esos dos discos se les fueron uniendo los discos de Leonard Cohen, Van Morrison o Roxette de mi padre. Empecé entonces a interesarme por la música, aunque no lo hice por la música de mi país. Una necedad. No honré a mi exquisito idioma castellano, ni a esas guitarras españolas de manufactura rumbera y extemporánea. Ahora lo siento como si hubiese preferido un plato de fish and chips antes que cualquier embutido pirenaico o queso de La Mancha. En el mapamundi musical ocupado por Stings, Talking Heads, Supertramps o Lou Reeds, eran pocos los islotes patrios que enseñaban su territorio. Un Sabina, un Lluis Llach, o un Serrat en cassette familiar se infiltraban exiguamente en mi torpe conocimiento musical.  Siendo ya un niñito que terminó de jugar a volar, escuché a Albert Pla. Un cantautor sobresaliente de facha pagana, aspecto anarquista y semblante libidinoso que arrulla unas resquebrajadas letras de moralidad mancillada. En un principio lo escuché en catalán gracias a un CD de mi tío; un idioma sugestivo y que es parte de mi familia. Un hablar descrito por alguien como “lengua hermosa que coquetea con el francés para desespañolizarse, que tiene música portuguesa, pero que cuando alcanza la mayor expresividad es puro italiano”. Puro latín y árabe y sobre todo un idioma bajo el yugo del castellano. Nada tan enmarañado y retorcido como las zarzas nacionalistas que atormentan a España hoy en día.

Más adelante y de manera desproporcionada me fueron llegando todos los grupos brit-pop de la islas británicas. Muy de vez en cuando aparecía un grupito Indie-pop español. Cuando me pilló la adolescencia de lleno, ya manejaba una baraja muy gruesa de grupos extranjeros y unos pocos naipes españoles, que, sin embargo, para mi tenían una trascendencia mayor. La satisfacción que sentía escuchándolos era incomparable y nadie como ellos comprendía mi formación ni mis intereses.

Me encontré con la Santísima Trinidad: Los Planetas, Nacho Vegas y Sr. Chinarro. Mientras, mis coetáneos que se iniciaban en la creación musical, seguían influenciados por las tropas forasteras. Su música era como un adolescente en busca de identidad propia. Sonidos incapaces de aventurarse más allá de lo previamente concebido en el extranjero. Estos extranjeros eran un fantasma que les tapaba los ojos. Algunos grupos españoles empezaron cantando en inglés, otros lo hacían en castellano pero sus letras chocaban con una música anglosajona ya desgastada.

Mi cuadro de la Santísima Trinidad se fue adornando, fue creciendo en dulzura y poesía con personajes de gran categoría. Parade, Antonia Font, Astrud, Enrique Morente ensalzaban una estampa de opulencia fraseológica. Grupos, compositores, cantantes que, elocuentemente, mantuvieron el patrimonio de la tradición castiza como única alma de sus obras.

Ahí me encuentro, tutelado por el infantilismo que me ocasionan estos cantantes. Regando mis raíces y amparándolas, contemplo con amable soberbia como florecen unos grupos orgullosos de su país, de su legado y de su lengua – ya sea castellano, catalán, gallego… –

Manel, conjunto barcelonés que debutó en 2008 con un disco muy grácil cantado en catalán, es un esmerado ejemplo del poder de conquista que está teniendo la atrevida camada de noveles. Un folk con historias fantásticas, efímeros romances, secretos de alcoba forman parte un paisaje tan amplio como los dos mil años de cristiandad.

El Guincho es otro joven que siendo oriundo de Las Canarias, destapó su parte más africana. Los ritmos que le delegó el trópico que pasa por encima del archipiélago son un modelo de la intrepidez independiente de lo extracomunitario.

Triangulo de Amor Bizarro, La Bien Querida, La Costa Brava, Manos de Topo, y más grupos han entendido lo preciado qué es cantar a nuestro modo, escribir sobre lo nuestro y espero que aprecien la enorme retribución que les doy en forma de complacencia por hacerlo. España es grande a pesar de Zapatero y nos lo estamos creyendo.

Chimenez.

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