Por CDCstaff • Oct 29th, 2012 • Categoria: CDCreseñas • Comments Off on CDCreseñas: Jake Bugg – Jake Bugg (por @indierod)
Para el momento en que Jake Edward Kennedy (Cliffton, Nottingham; 1994) comenzaba a gatear, ‘Definitely Maybe’ de Oasis daba la nota más alta de lo que en el primer lustro de la última década del siglo pasado se conoció como Britpop.
Dieciocho años más tarde, aquel que era un niño de brazos cuando ‘Supersonic’ y ‘Live Forever’ eran himnos de facto en toda Gran Bretaña, publica su primer álbum, debutando como el disco más vendido en Inglaterra en la semana anterior.
Por Julián Gutierrez • Jun 8th, 2010 • Categoria: CDCreseñas • Comments Off on CDCreseñas: How to Destroy Angels
How to Destroy Angels How to Destroy Angels EP Independiente, 2010
Por: Julián F. Gutiérrez
El final de Nine Inch Nails representó el cierre de uno de los capítulos más importantes en la música de los últimos veinte años, y dejó a muchos de nosotros pensando qué seguiría para Trent Reznor. La espera ha terminado y la pregunta ha sido respondida con How to Destroy Angels, el proyecto que encabeza junto a su esposa Mariqueen Mandig y Atticus Ross, quienes presentan su primer EP homónimo.
Cuando empezó a surgir la expectativa sobre el proyecto a partir de videos y fotografías, la similitud con el estilo visual de Nine Inch Nails en sus últimos trabajos (Ghosts I-IV) se hizo evidente, lo cual se explica al tomar en cuenta la participación del colaborador de larga data de NIN, Rob Sheridan. Musicalmente hablando, las seis canciones del EP siguen la misma línea de los últimos trabajos de Nine Inch Nails, especialmente del Ghosts I-IV, lo cual tiene sentido al ver que Atticus Ross también hace parte del proyecto. ¿El resultado? Canciones magnificas como ‘The Spaces in Between’ y complejas como ‘The Believers’, mientras que ‘A Drowning’tiene un sugerente aire minimalista.
Sin embargo, ahí es donde acaba la dicha. Mientras que ‘Fur lined’es, esencialmente, un autoplagio de ‘Only’ (canción del With Teeth), ‘BBB’ es tan repetitiva que se hace tediosa hasta el punto de querer pasar a la siguiente canción cuando va por la mitad y ‘Parasite’ es tan genérica comparada con anteriores trabajos de Reznor que no resulta nada particularmente interesante. Si bien era cierto que cualquier proyecto que Trent Reznor lanzara posterior a Nine Inch Nails no sería muy bien visto, la verdad es que objetivamente hablando, el EP de How to Destroy Angels no ofrece nada mas allá de canciones de NIN con voz de mujer. Sin embargo, no debemos olvidar que este es un primer intento, y que con el paso del tiempo saldrá algo que suene menos como Nine Inch Nails y mas como How to Destroy Angels.
Mew No more stories are told today. I’m sorry, they washed away. No more stories, the world is grey. I’m tired, let’s wash away
Sony BMG, 2009
Por: Julián F. Gutiérrez
Hora de revelar un pequeño secreto del oficio: Salvo algunas excepciones (Como Alexisonfire o The Sounds), suelo elegir como álbumes para reseña, trabajos de bandas que o bien no conozco mucho, o bien no son de mi agrado, con lo que balanceo un poco mi disposición y mi objetividad a la hora de escuchar el disco en cuestión. Es así como en esta ocasión me decidí por la banda danesa Mew, a quienes había oído hacia 2003 con su álbum Frengers, y con quienes me encuentro de nuevo con su nuevo álbum No more stories are told today. I’m sorry, they washed away. No more stories, the world is grey. I’m tired, let’s wash away.
Mi memoria de la banda se remontaba a su tema ‘Am I Wry? No’ de su álbum de 2003, y que asociaba con un sonido provisto de un fuerte carácter atmosférico, el cual provenía no solo del intenso uso del reverb en su sonido, sino que también estaba vinculado con la voz etérea de su vocalista, Jonas Bjerre. Mucho de eso se hace presente en el No more stories… Temas como ‘Hawaii’ están llenos de coros de registros altos y cuerpos difusos, combinados con unos arreglos que le dan un aire más festivo y “Upbeat” al corte, algo que no suele ser visto en la obra de una banda del estilo de Mew, algo que también ocurre en ‘Beach’, y si, el juego de palabras Hawaii/Beach no escapa a mi ingenio, sigamos, por favor.
Aun así la banda no olvida de donde viene; Bjerre ha comentado en otras ocasiones como este álbum es mucho menos oscuro y más accesible que su anterior trabajo And The Glass Handed Kites, y ciertamente lograron algo en ese aspecto. Si bien el sonido del álbum se mantiene dentro de lo que se espera de Mew y logra construir una música propia del Dream Pop y su primo mayor, el Shoegaze, las canciones son a falta de un mejor término, fáciles de escuchar, logrando funcionar como unidades por sí mismas, y no en función de su tema precedente o siguiente, siendo el mejor ejemplo de ello ‘Cartoons And Macramé Wounds’, balanceándose a lo largo de siete minutos entre partes de corte y sonido épico y momentos mínimos y sosegados, un bamboleo que se extrapola al resto del álbum con cortes como ‘New Terrain’, ‘Repeater Beater’, ‘Silas The Magic Car’ y ‘Vaccine’, de lejos, el corte mas bailable del disco.
Casi seis años después, Mew están justo donde los dejé, como una banda de la invasión vikinga, con un sonido que, si bien tiene un sonido muy atmosférico y etéreo, tiene una cualidad tangible interesante y que invita a la exploración, como lo hacen en este nuevo álbum.
Por lo menos en mi experiencia, The Mars Volta ha resultado ser una de esas bandas tipo ‘O los amas o los odias’, no parece haber un punto medio a la hora de hablar sobre ellos; o bien son unos genios que recuperaron el Rock Progresivo, o son ruido inaccesible para escuchar mientras se consumen sendas dosis de peyote. Ya sea para bien o para mal, la banda de El Paso, Texas continúa el camino que empezó a recorrer a comienzos de la década con su nuevo álbum de estudio, Octahedron.
No resulta descabellado afirmar que había un buen grado de expectativa con respecto a este álbum: A fin de cuentas, cuando una banda anuncia el lanzamiento de dos álbumes con material nuevo con poco tiempo de diferencia, siempre se piensa que el segundo no contiene más que las canciones que no lograron entrar en el primero, ya sea por tiempo, o por calidad. Una suposición que fue desechada en este caso ante las afirmaciones de las cabezas visibles de The Mars Volta, Cedric Bixler-Zavala y Omar Rodríguez-López. Mientras que el primero afirmaba que con este álbum querían hacer algo más pop, Rodríguez-López se refirió al Octahedron con los términos “Acústico” y “Calmado”.
Ciertamente hay diferencias entre esta grabación y sus anteriores trabajos. Mientras que en De-loused in the comatorium o en Amputhecture había un intento explícito de darle una coherencia narrativa y conceptual al álbum, las ocho canciones del álbum (Si. Ocho, “Octaedro”, sigamos por favor) lidian con distintos temas y escenarios imaginarios que si bien son esperables dentro del estilo lírico de la banda, no tienen un hilo conductor. En términos del sonido, sin embargo, la historia es completamente distinta. Las declaraciones de Bixler-Zavala y Rodríguez-López eran una interesante provocación ante lo que podía resultar siendo un nuevo capítulo en la historia del sonido de la banda, sin embargo, la expectativa que causaron sus palabras resultó siendo más bien un “Chorro de Babas”… Claro, es evidente que en una banda como The Mars Volta, las palabras “Pop” o “Acústico” habrían de adquirir un significado distinto al que tienen en otros contextos y en otras bandas, la diferencia en el sonido de este álbum con respecto a su referente inmediato, el The bedlam in Goliath es más bien poca. De las ocho canciones, solo ‘Copernicus’ y ‘Since We’ve been wrong’ logran cumplir con ser canciones acústicas en el verdadero sentido de la palabra y marcar una verdadera diferencia. Las seis canciones restantes son el sonido al que la banda nos tiene acostumbrados, con la guitarra de Rodríguez-López y su sonido hipnótico en capa tras capa de arreglos y producción.
¿Es un álbum que realmente aporte algo nuevo al sonido de The Mars Volta? ¿Es indispensable escucharlo para quienes siguen a esta banda? La respuesta a ambas preguntas es no. Octahedron no le hace justicia a las afirmaciones que hicieron los miembros de la banda sobre su sonido, se siente como ‘Mas de lo mismo’ (Aun cuando ese ‘Lo mismo’ sea The Mars Volta), y termina por sentirse como un álbum de relleno antes que como algo realmente nuevo y fresco.
Morrissey es poderoso. No sólo por su voz potente, de autoparlante, o por el torrente gigante y melodioso en el que nos embarca con sus canciones. Cada cosa que ha hecho desde The Smiths hasta su último disco Years of refusal está lleno de voltaje, de electricidad, de voz saliendo desde el fondo de los pulmones, luchando por encontrar la salida en el pecho y finalmente reventando en los oídos de cualquiera que lo quiera escuchar.
En Years of refusal encontramos canciones melancólicas, de desamor, de alguien triste que no encuentra a su amada y que quiere abrazar a París para ver si así encuentra alguien que lo abrace de vuelta, o de alguien que habla con Carol quien le dice que nunca lo quiso realmente y que siempre fingió sonrisas, o de alguien que al final sólo puede decir con algo de resignación: Im OK by myself.
Lo que pasa con Morrissey, creo yo, es que su voz es tan increíble que arrastra las letras de tristeza y las convierte en algo tan poderoso como un río, o mejor, como un accidente de carro (como para hacer el guiño a There’s a light that never goes out) . No es melancolía a medias. Es melancolía poderosa, de esas de sacarse el corazón del pecho y llenarse de sangre y pintarse la cara y llorar y hacer pataleta y romper vidrios con palos de hockey y luego, de manera resignada, tomar aire, dar media vuelta y pensar que no es tan grave.